Proteger el ayer para garantizar el mañana*
Hoy en día, vivimos en una época en la que el pasado nunca ha estado tan expuesto al futuro. Las infraestructuras que sustentan nuestra sociedad, basadas en paradigmas de seguridad ya superados, están desfasadas. La rápida evolución de la inteligencia artificial (IA) no solo ofrece posibilidades, sino que también intensifica y diversifica el abanico de amenazas. Lo que se diseñó ayer está hoy a merced de ataques cada vez más sofisticados y automatizados, y el futuro próximo sugiere una evolución continua de los mismos.
La urgencia de proteger estas infraestructuras es evidente. La automatización de la detección de fallos de seguridad en las infraestructuras ha dejado de ser solo una mejora operativa para convertirse en una exigencia estratégica. Y cuando los ataques están cada vez más potenciados por la IA, queda clara la importancia de protegernos mediante mecanismos inteligentes de supervisión y anticipación de riesgos.
Por un lado, la detección de ataques cada vez más inteligentes
Muchas organizaciones siguen dependiendo de mecanismos manuales para supervisar y evaluar la seguridad de sus infraestructuras, sin poder seguir el ritmo de la rápida evolución tecnológica, especialmente en un contexto en el que la IA está adquiriendo un papel cada vez más relevante. Curiosamente, es la propia IA la que está cambiando esta realidad, ya que permite el análisis continuo de grandes volúmenes de datos, la identificación de patrones anómalos y la detección temprana de posibles fallos.
En entornos más complejos, la detección reactiva ya no es viable, ya que los enfoques manuales no permiten detectar fallos de manera eficaz.
Los ciberataques ya no son realizados exclusivamente por humanos. Actualmente, muchos son llevados a cabo por «bots» que utilizan modelos de IA capaces de explotar vulnerabilidades, adaptarse en tiempo real y no seguir patrones predecibles. Estos modelos de IA ofensiva se utilizan para explotar sistemas que no han sido debidamente actualizados, supervisados o protegidos, aprovechando vulnerabilidades conocidas y desconocidas.
Por otro lado, la simulación para la prevención y la protección proactiva
Una de las formas más eficaces de defensa es la anticipación. Mediante la realización sistemática de pruebas de penetración y barridos continuos de vulnerabilidades, podemos identificar y corregir fallos antes de que sean explotados por posibles ataques. Las simulaciones, cuando se realizan con herramientas inteligentes, proporcionan una perspectiva realista de la postura de seguridad de la organización, lo que permite definir prioridades basadas en el riesgo efectivo y no solo en suposiciones o listas de buenas prácticas.
Proteger el «ayer» exige la automatización de estos procesos de detección de vulnerabilidades sin sobrecargar los recursos humanos y tecnológicos. Una automatización inteligente permite reducir los falsos positivos, evitar el error humano, priorizar los riesgos reales y garantizar una respuesta más rápida y eficaz. De este modo, es posible mantener la infraestructura segura y operativa. Sin embargo, es importante destacar que la seguridad no puede comprometer la flexibilidad operativa. Es fundamental encontrar el equilibrio entre permitir la innovación continua y la rigurosidad en la protección de los activos existentes. No se trata de elegir entre seguridad y flexibilidad, sino de garantizar que ambas coexistan.
En un mundo cada vez más digital, interconectado, impredecible y en el que la IA gana cada vez más fuerza, la protección de las infraestructuras heredadas es un reto cada vez mayor. La detección anticipada de vulnerabilidades, la simulación de ataques y la automatización inteligente son esenciales para garantizar una respuesta eficaz antes de que se produzca una posible amenaza. La automatización de estos procesos ha dejado de ser una cuestión de eficiencia y se ha convertido en una necesidad para la supervivencia tecnológica. Es decir, las organizaciones que no adapten sus sistemas de protección a los tiempos actuales corren el riesgo de ver comprometido su pasado (y su futuro).
*Artículo publicado originalmente en Revista do Empreendedor